Daniel Muñoz logra personificar también casi en vivo y en directo a Hernán Núñez, el fallecido veterano de la cueca brava, y termina de probar la genuina pasión por la cueca que ya ha demostrado en escenarios en los últimos años y en el disco previo Los Tricolores con Daniel Muñoz (2005, Chile Profundo). No por nada el subtítulo de este CD es Cuecas como las canta el roto. Aquí el cantante pone en juego la propiedad de cantor cuequero y se encomienda a otra eminencia del género como su principal respaldo: dieciséis de estas 21 cuecas son recopiladas del folclor por Fernando González Marabolí, veterano mentor de Los Chinganeros y de la sabiduría versada por el musicólogo Samuel Claro Valdés en su libro "Chilena o cueca tradicional" (1994).
La pura enumeración de los títulos de estas cuecas es una clase de versos octosílabos, y da gusto que en ellas se vayan mezclando talentos como los del piano de don Rubén Gaete y el acordeón del propio Llancafil en "Se llega a mascar de güena", o el arpa de José Véliz reforzada con la guitarra siempre floreada de Luis Sata Ponce, guitarrista de Los Afuerinos. Los raros versos religiosos de "Me persigno con los clavos" y la melodía linda de "Roto atrevío" son otros atractivos de esta música. "Como hey sío siempre pato / yo na’o en cualquier laguna", o "Zapateo en cualquier fonda / y al son que me tocan bailo", declara aquí el cantante, y con la misma actitud se aboca a transformar en cueca la célebre canción "Tonadas a Manuel Rodríguez", de Pablo Neruda y Vicente Bianchi. Y ahí se nota el ingenio de las cuecas como las canta el roto: de una tonada, Muñoz y Llancafil sacan tres cuecas. Esa no la hacen ni Huaiquimán ni Tolosa.
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